No encontraron el motivo de mi mal. De allí me remitieron de nuevo a mi ciudad, a un médico nutriólogo para que me tratase. El cual se hizo cargo durante 2 años de mí padecer sin que obtuviésemos resultados satisfactorios. Yo seguí empeorando y las transaminasa subiendo; ya no tenía energía para continuar y en mi interior crecía un desasosiego y una infructuosa búsqueda de un no sé qué. ¿Qué me faltaba? ¿Qué era eso que no me dejaba vivir? Nada me llenaba… era un inmenso vació que oscurecía mis días.
Fui de nuevo a control y él médico me ordenó exámenes nuevamente, los cuales salieron muy alterados. Esa tarde el doctor me dijo que no podía seguirme tratando ya que no conseguía la razón de mi dolencia que era mejor que regresara al hepatólogo y me hiciera una punción para saber que tenía mi hígado. Yo aterrada, le dije que no quería volver a empezar a ir de nuevo de médico en médico, que estabamos como al principio, y él me contestó entonces que me fuese a mi casa y rezara para que no me diese una cirrosis y me muriera porque él ya no podía hacer mas nada… Se imaginarán cómo pude sentirme.
Ahora entiendo que se me había cerrado el camino porque Dios me tenía un camino mejor: la gloria en la Tierra me estaba esperando. Había oído hablar muchas veces del doctor Efraín Hoffmann y de la Hacienda la Concepción en Aguirre, así que le dije a mi esposo: “Yo no quiero ir a otro médico, me voy para la Concepción. Dicen que el doctor es excelente y quiero ir”. Conté con el apoyo total de mi esposo, así que inmediatamente lo contactamos por el Internet. Eso fue el 2 de Octubre del 2008 y la cita me la dieron para el 4 del mismo mes.
Al llegar al sitio, tuve la sensación de que ese era un lugar mágico. Luego me reuní con el doctor y su conversación me lleno de entusiasmo; vio los exámenes que eran muchos y me dijo: “Le tengo buenas noticias: Esto tiene cura”. En ese momento entendí que era allí donde iba a encontrar la solución a mi problema. Fueron tan esperanzadoras sus palabras y la convicción con la que el Dr. me indicó que todo se podía resolver si yo estaba dispuesta a iniciar un tratamiento de 21 días para desintoxicar el cuerpo y la mente. Que tomé mi decisión en ese mismo momento. Luego, me señaló también que debía liberarme de un medicamento que para ese momento consumía llamado EUTIROX (hormona tiroidea), ya que uno de los diagnósticos era de nódulos en la tiroides.
Me mude a la hacienda y cumplí con todo el tratamiento al pie de la letra y con mucha disciplina. Allí descubrí al armonizar mi mente-cuerpo y espíritu que estaba más enferma del alma y del espíritu que del cuerpo. Siguiendo las instrucciones de hoy mi maestro doctor Efraín Hoffmann, puedo darles ahora este testimonio de vida y de la salud que conseguí en ese lugar maravilloso.
Hoy 12 de enero del 2009 tres meses después tengo un diagnostico de salud integral excelente con todos mis valores corporales normales y mis valores espirituales reforzados. Luego, transcurrieron casi dos años… Hoy 5 de noviembre del año 2010 mi salud es estable, de hecho creo que es inmejorable. Por eso quiero compartir con todos ustedes el milagro de mi vida.
Han transcurrido dos años de mi ingreso a la hacienda la Concepción en busca del doctor Hoffmann. Lejos estaba yo de pensar, que allí se iniciaba la más hermosa travesía de mi vida en este plano terrestre. No sólo recobré la salud física sino descubrí que dentro de mi cuerpo habitaba mi espíritu, el cual hasta ese momento nunca había tomado en cuenta y mucho menos lo había escuchado. Recuerdo que cada mañana, después de hacer los ejercicios respiratorios, los estiramientos y la actividad aeróbica, nos retirábamos a hacer relajación y meditación. Muchas veces la dirigía el mismo Doctor Hoffmann. Esas experiencias fueron reveladoras y gradualmente le fueron dando un mayor sentido a mi vida. En esas reflexiones encontré la fuerza que requería para tomar unas cuantas decisiones importantes que había estado postergado indefinidamente. Así que logré fortalecer mi carácter, disciplinar mi voluntad y retomar el control de mi vida para poder cambiar el curso que llevaba. Desde entonces, siento que la divina presencia me acompaña y ahora, me doy cuenta que siempre ha estado presente y es la fuente de la fortaleza que me asiste cuando tengo que afrontar momentos difíciles. Sin ella no podría lograr nada.
Ese lugar mágico que es la hacienda la Concepción es un refugio en el cual uno es protegido, mimado y nutrido hasta que recuperamos nuestras fuerzas, es como un paraíso en el que uno se deleita y se siente seguro. El problema es luego cuando uno sale y nos toca enfrentamos nuevamente con la realidad de nuestro entorno, lo que el doctor llama “el enfermadero”. Allí nos espera un mundo plagado de vicios que a cada momento nos tientan invitándonos a complacer el ego y a abandonar nuestras disciplinas.
El Dr. Muy consciente de ello, prepara a sus pacientes y trata de los capacitarnos con los instrumentos y habilidades para estar prevenidos y afrontar conscientemente las dificultades y las tentaciones que se nos presentarán fuera. Siguiendo sus recomendaciones durante los últimos ocho meses he practicado diariamente mis ejercicios de meditación, he mantenido la alimentación sana que me prescribió y he estado atenta a las señales de alerta mi organismo para un manejar efectivamente el estrés de la cotidianidad. He logrado mantener la disciplina con la convicción de la importancia que tiene para mí el establecer estos hábitos nuevos. Estoy segura que de no haber estado tan atenta y trabajando en ello habría recaído en mis hábitos anteriores y sus consecuencias.
Actualmente, a mis 56 años de edad estudio segundo año en la escuela de medicina china, práctico yoga, meditación, taebox y danza árabe, alternándolos cada día. Me siento plena con mucha energía vital y con una conexión con el plano celeste que me hace ser más humana sensible y humilde para estar al servicio de la comunidad.
A todos los que hayan perdido la esperanza, quiero trasmitirles que con la ayuda de dios y la del Doctor Hoffman sí se puede. Al doctor, que Dios lo bendiga y mi eterna gratitud; que le dé vida, salud y sabiduría, para que siga ayudando a todos los que como yo hayan perdido la esperanza de vivir sanos.
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